Hoy me toca despedir a una promoción que no solo ha llenado de música cada rincón del conservatorio, sino que también ha dejado una huella profunda en nuestros corazones. Verlos partir es una mezcla de orgullo y nostalgia. Orgullo, porque este año hemos alcanzado logros que quedarán marcados en la historia de nuestra orquesta ganando los prestigiosos concursos de Isla Cristina y Nerva. Hemos representado con excelencia el talento de este conservatorio y hemos elevado la música de la ciudad a lo más alto. Y nostalgia, porque cada ensayo, cada mirada cómplice en el escenario, cada nota compartida, ahora pasa a formar parte del recuerdo. No solo fuimos una orquesta, fuimos una gran familia. Una familia que creció junta y que superó desafíos que nos hicieron más fuertes, más sensibles y más grandes como artistas y como seres humanos. Gracias por todo lo que nos dieron. Gracias por enseñarnos que la música no se trata solo de técnica, sino de alma, compromiso, trabajo en equipo y compañerismo y gracias a las familias por el esfuerzo que os ha supuesto llevarlos a tantos ensayos, conciertos y concursos. Un capítulo imborrable que quedará siempre en nuestras memorias.